Teatro sin fin

Puede que sí, que esto sea un teatro sin fin, que al final las luces de colores se vuelven invisibles para los ojos del que sufre. Del que piensa y no escucha, del que se sumerge en su mundo y recorre los mares en su mente fría y cruel. Pensamientos oscuros, amargos, sin luz. Sin colores. Y lo peor, una vida vacía, una vida abatida con lamentos en cada suspiro de tu boca. La mirada perdida y el rostro de piedra esculpida sin ninguna gracia. No abres el telón de tu vida, ni estás dispuesto a que otros lo abran. Una vida despiadada, arrancada a hachazos por la sociedad. Has sido juzgado y atado a la dura realidad, te negaron el amor y ahora te estás perdiendo para no encontrarte jamás. Y es que hoy estando presente, el rumbo de tu mente se marcha completamente hacia otro lugar, inalcanzable para hallar aquella felicidad que, algún día, cuando eras aún niño, tenías agarrada con tanta tranquilidad. 



Carla Riera Ruiz

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