Echaba de menos sus besos
Mientras transcurrían las horas, veía cómo me iba alejando más y más de él.
-Es verano y ni siquiera tengo ganas de ir de vacaciones, no sin ti – le dije
con timidez.
Me juraba una y otra vez que cada día recordaría mis labios junto a los suyos, me decía que cuando me marchara mirara a la luna a las 11 de la noche y que él lo haría también.
-Así nuestra alma se abrazará y te podré sentir cerca de mí – aseguraba, tan cariñoso como siempre.
Me juraba una y otra vez que cada día recordaría mis labios junto a los suyos, me decía que cuando me marchara mirara a la luna a las 11 de la noche y que él lo haría también.
-Así nuestra alma se abrazará y te podré sentir cerca de mí – aseguraba, tan cariñoso como siempre.
-Los días pasarán, pero nuestro amor seguirá intacto – me repetía.
-Tengo miedo, no te quiero perder, júrame que no me dejarás de querer.
-Nunca, jamás, te lo juro.
Y ahí estaba yo, a más de mil quilómetros de distancia, mirando la luna a
las once de la noche. Era una estúpida enamorada que echaba de menos sus besos.
Carla Riera Ruiz
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